Niños que no obedecen
No hace falta estudiar psicología o ser un experto en educación infantil para darse cuenta de que los niños imitan todo lo que ven. Todos sabemos que los niños lo repiten todo, son auténticas esponjas, lo retienen y lo reproducen a su manera. No diferencian si algo es bueno o malo, sólo lo repiten.
Todos necesitamos referentes de conducta y de valores en nuestra vida y los niños no son una excepción.
¿Quieres saber cómo conseguir que tu hijo haga deporte, se lave los dientes o estudie? En definitiva, ¿cómo lograr que aprenda
buenas costumbres y haga lo que le crees que es mejor para él? Hazlo con él. Esa es la clave. Si estamos al lado de nuestros hijos dando ejemplo, quizá tendremos más posibilidades de que aprendan esas conductas que tanto les cuestan y que nosotros creemos que son saludables para ellos. Si son buenas para ellos, también deberían serlo para nosotros, así que a predicar con el ejemplo ¿No te parece?
Tipos de aprendizaje: Existen muchos tipos de aprendizaje y diversas clasificaciones según quién lo analice, psicólogos, educadores, filósofos...pero nosotros nos quedamos con los más conocidos y los más sencillos para los que nos somos expertos en estas cosas.
- Memorístico o repetitivo: cuando se memorizan contenidos sin comprensión previa.
- Receptivo: sólo se necesita comprender el contenido para poder reproducirlo, pero no se descubre nada nuevo.
- Por descubrimiento: en el cual el sujeto relaciona sus conocimiento previos con los nuevos dotándolos de coherencia respecto a sus estructuras cognitivas.
- Por observación o imitación: éste sucede cuando el sujeto contempla la conducta de un modelo, y si la considera apropiada y sus consecuencias positivas, la reproduce.
Los niños aprenden, sobre todo, por el último tipo, por imitación y por eso, debemos mostrarles buenas constumbres, sanas y saludables para ellos y para el beneficio de toda una sociedad. Cuantos más niños aprendan buenos hábitos, mejor será la sociedad en su conjunto. Es tarea de todos hacerlo y no sólo de los padres.
Por tanto, podemos decir que:
- Si quieres que tu hijo estudie, siéntate con él y ayúdale con los deberes.
- Si quieres que haga deporte, practícalo con él.
- Si quieres que le guste leer, lee con él.
- Si quieres se cepille los dientes, hazlo con él.
- Si quieres que sea educado, demuestra tu educación con él y con los demás, respeta y respetará.
- Si quieres que coma bien y cosas sanas, cuida vuestra alimentación y ofrécele alimentos sanos.
- Si quieres que aprenda a rezar, reza con él y no esperes a que se lo enseñen todo en catequesis o en el colegio.
- Y si quieres que tu hijo sea feliz, sé feliz tú primero.
Nos cuentan de la experiencia:
Un padre de familia nos decía, como nota ilustrativa, podemos decir que nosotros hacemos casi todo con nuestra hija, entre otras cosas, las siguientes:
- Comemos todos juntos y así va aprendiendo el gusto por la comida ( le encanta compartir la mesa con nosotros y con el resto de familiares o amigos) y por los buenos alimentos.
- Nos lavamos las manos juntos y los dientes después de comer ( le encanta usar su "mini" cepillito, es más un juego que una necesidad).
- Bendecimos la mesa y rezamos con ella (le encanta, se pone seria y nos mira porque sabe que estamos haciendo algo importante, le cambia la cara... y cuando terminamos sonríe).
Estos no son más que unos ejemplos de lo que nuestros hijos ven en nosotros y cómo conseguir que hagan lo que creemos que es mejor para ellos. Prueba a dar ejemplo a tu hijo y notarás la diferencia seguro.
Conclusión
No te compliques diciéndole a tu hijo lo que debe hacer, hazlo tú primero. "Una imagen vale más que mil palabras".
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Permisividad puede ser catastrófica
La reconocida psicóloga Maritchu Seitún propone imponer límites a los chicos en el hogar y no esperar que lo haga la escuela, dado que la permisividad puede traer consecuencias nefastas para el futuro.
Sin embargo, el grado de gravedad de este hecho está puesto en que los adultos, al no querer ser autoritarios, no terminan de tomar conciencia sobre la importancia de colocar los límites a tiempo.
Hoy en día, los papás le tienen miedo a sus hijos, ya que temen perder su amor si les dicen que no a ciertas cosas, por lo que los chicos se han convertido en los pequeños reyes de la casa.
La profesional, quien es autora del libro “Criar hijos confiados, motivados y seguros”, propone un modelo educativo intermedio en el cual los padres habiliten a sus hijos a expresar sus sentimientos y deseos, pero con una firmeza adecuada.
Es importante aprender a DECIR "NO":
El niño y/o Joven que
vive en una familia donde los límites no son claros, o sencillamente no están,
es una persona caracterizada por la ansiedad y el descontrol y que es incapaz de
tolerar la frustración, es incapaz de tolerar un No y en la vida se les va a
presentar más de un no, pero como no toleran la frustración es muy probable que
sean en el futuro adultos que se depriman con facilidad ante una dificultad.
Aunque muchas
veces a los padres les cueste, el poner un límite claro al niño le ayuda a
crecer, ellos mismos lo reclaman cuando se descontrolan, cuando rabean. E
incluso los adolescentes suelen verbalizarlo con frecuencia, por ej. “vuelvo
tarde y no me dicen nada”, “no están en todo el día, no se dan cuenta si no
estudio”.
Es importante
que al poner límites ambos padres estén de acuerdo, de nada sirve que uno diga
siempre que no y el otro diga que sí, eso los desconcierta y no les da
seguridad.
Es importante que cuando pongamos un límite, digamos que No a algo, lo
mantengamos aunque luego no estemos del todo seguros, pues de lo contrario
perjudicamos al niño. El no pero si no ayuda a crecer, perjudica tremendamente.
El límite y el afecto deben ir siempre por rieles paralelos.
Aprender a convivir es también aprender a respetar
ciertas reglas, normas o límites.
Es muy importante en esto de los límites, la
atmósfera en la que vive el niño. Si vive en una atmósfera de buenas relaciones
entre las personas, donde todos se respetan, se identificará con
Sus padres y aceptará más fácilmente los límites
impuestos. Respetará a los adultos, si los adultos sienten respeto por él.
Es importante que los límites no sean arbitrarios
o “porque sí”.
Es importante *aclarar *informar *explicar
Informe claramente cuál es el límite que quiere
que sea aceptado y la conducta que espera del niño. La falta de claridad
llevará al niño a hacer suposiciones, las que se basarán más en sus deseos que
sobre la realidad.
Explique los motivos de sus decisiones. Explicar
la razón por la cual el niño debe aceptar un límite, le permite sentirse
considerado como persona, y no como un ser incapaz de comprender y aceptar.
Si al niño no se le dan nunca razones, él
obedecerá momentáneamente y no estará desarrollando una auto-disciplina, ya que
no ha aceptado la regla. Solo la ha acatado porque usted está presente
En tal caso, es aconsejable criticar su conducta, pero no su persona. Decirle: “«Quiero que dejes tu cuarto ordenado», y no, por ejemplo, «Eres siempre el mismo desordenado»”.
Armar y sostener una familia en la actualidad, no es tarea
fácil. En todas las estructuras familiares surgen problemas, y se necesita de
mucha claridad y serenidad para comprenderlos, desmenuzarlos y afrontarlos en
busca de una solución que puede satisfacernos o no, pero siempre vale la pena
el intento. Dios bendiga el trabajo y tarea de ser Padres.
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Convivir con un adolescente: Todo un arte
Por lo general, los padres con hijos adolescentes,
valiéndose de su condición de tales, suelen repetirle a los chicos ciertas
frases que (por haberlas escuchado tantas veces) con frecuencia, ya no las
oyen: “Deberías hacerlo como yo te explico”, “Te lo advertí, pero no me
escuchaste”, “Yo sé lo que te digo…” Son palabras que encierran verdades y que,
con la buena intención de brindarles sus propias experiencias de vida y
evitarles equivocaciones, provocan en ellos (contrariamente a lo que
presuponían) respuestas irritadas y opositoras.
Para poder alcanzar un buen crecimiento, los jóvenes
necesitan diferenciarse, y para crecer deben tropezar y cometer errores. ¿Cómo
evitar un desgaste innecesario en la convivencia con los adolescentes?, ¿Cuáles
son los problemas que surgen a diario y que alteran la tranquilidad familiar?
Algunos Motivos de Enojo
Cuando decir “no”
Si ante la persistente presión de los hijos los padres
ceden, sin duda lo que hacen es repetir un modelo que se arrastra desde tiempo
atrás, cuando al no poder tolerar la explosión de un berrinche se entregaron a
sus exigencias. Al empezar a preguntarse si es justo o razonable poner un
límite al “dame más” ropa, más salidas nocturnas, más dinero o al “dame, dame,
dame”…seguramente empezarán a modificar ese modelo de comportamiento buscando
formas de pactar con ellos sin tantos choques.
Es importante ser consecuente con el “no”. No demostrar
enojo, manteniéndose firmes y coherentes en las posturas.
El desorden en la habitación
“No tengo tiempo, “No me controlen mis cosas”, “Yo estoy
cómodo”. Son algunas de las expresiones con las que se habrán topado más de una
vez los padres. Si se enredan en peleas estériles, sólo se generarán problemas
mayores. Hay que comenzar, en principio, por cerrar la puerta del dormitorio
para no enfurecerse demasiado, y luego hay que probar elaborar conjuntamente
una especie de “plan de tareas” en donde el adolescente tendrá la oportunidad
de elegir cuándo es el momento adecuado para realizarlas. De no perseguirlos
con recriminaciones, por su cuenta pondrán un orden, que evidentemente
responderá a sus propias necesidades de conseguir una organización y equilibrio
interior. Los jóvenes lo que quieren es sentir que tienen el derecho de
controlar su vida personal.
Espacios propios, espacios comunes
¿Quién podrá más?, se preguntan muchos padres desorientados.
El problema emergente aquí es que parten de una incorrecta formulación, donde
la puja se asienta en quíen tiene el poder. Con frecuencia los adultos no les
dejan margen para compartir los espacios familiares y alegan en tono
autoritario: “En esta casa las cosas se hacen o se hacen”. Se crea un clima de
incomodidad donde ambas partes se disputan espacios de pertenencia, que se
opone al auténtico concepto de lo que significa compartir. Ni su música
preferida debe aturdir nuestros oídos, ni nosotros debemos gritarles que bajen
esa “música horrible”, en un mal intento de ejercicio de autoridad paternal. Lo
más indicado es hacer un trato con ellos y procurar encontrar formas posibles
para conciliar los gustos en un diálogo que resulte incluyente y no un monólogo
unilateral. Establecer un compromiso de convivencia, con límites razonables,
será una buena política para implementar en la casa.
Problemas de estudio, un llamado de atención
Suena el despertador y todas las mañanas se reiteran las
mismas escenas. El joven manifiesta no oírlo, se levanta tarde y cada vez
inventa una excusa diferente. No quiere y no puede ir a estudiar, situación que
implica un llamado de atención de envergadura mayor que tiene alertarlos, dado
que está expresando problemas serios que demandan una ayuda especial. Las
motivaciones que provocan el rechazo a la escolaridad y que se manifiestan con
un bajo desempeño y hasta con el abandono de sus estudios, deviene de factores
difíciles de explicar. Algunas veces aparecen ante la inminencia de una crisis;
por ejemplo, el divorcio de sus padres o la pérdida de un ser querido, una
mudanza, etc. Porque sienten temor de no poder responder a las expectativas, a
lo mejor demasiado exigentes de sus padres.
Pero esta falta de voluntad hacia los estudios también puede
hacer su entrada cuando reclama un lugar en su grupo familiar pues cree
(fantasía o no), que las preferencias se centran en uno de sus hermanos y no en
él. O para mortificar a sus padres, como un sutil reproche que intenta darles a
entender que tiene dificultades de hablar con ellos.
Un buen comienzo es el intento de diálogo o buscar ayuda adecuada en Orientación del Colegio. Seguramente, al tiempo se vislumbrarán
cambios positivos en el rendimiento escolar.
Hay otros problemas que se podrían enumerar en cuanto a
problemas que general la convivencia con un adolescente. Pero la sugerencia
útil es que traten de detectar los momentos más viables y adecuados para
escucharlos y también aquellas situaciones donde es preciso cortar una
discusión con enérgico y simple “no”. Los padres tienen el deber de guiar y
controlar las conductas psicosociales de sus hijos, pero también deben
ayudarlos a desprenderse de ellos para que aprendan a ejercer solos distintas
funciones que les posibiliten crecer y madurar.
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